Hace algunos años, volviendo de un viaje de Semana Santa por
los Montes de Toledo, atravesando lo más alto de algún pequeño puerto y bajo un
cielo de tormenta cegador de contrastes, cuando apenas habían
empezado los relámpagos en la lejanía, mi pareja, que conducía, me había pedido que cambiara la música. Del estuche de cedés, saqué uno que no tenía títulos de ninguna
clase, dispuesta a la sorpresa. Así conocí “Lambarena”, un trabajo
homenaje a Albert Schweitzer editado por unos artistas algo alternativos versionando a Bach con músicos de Gabón.
Cierren los ojos e imagínense escuchar este tema bajo
un cielo rarísimo. Que llevan una velocidad excesiva para tratarse de una carretera muy secundaria, llena de curvas, y que bajan la ventanilla de su asiento y se dejan abofetear (sí, abofetear,) por un viento templado con olor a campo en primavera y a tormenta. Ese olor...
Hoy visito el blog sobre “decrecimiento” y leo en su entrada del 2 de diciembre, un texto brillante a mi juicio, sobre “el poder y la fuerza” extraído del libro “La guerra según Simone Weil” de Maite Larrauri , del que les copio y pego el párrafo final de esa entrada.
“Todo lo que está sometido al contacto de la
fuerza está envilecido, cualquiera que sea ese contacto. Golpear o ser golpeado
es una y la misma mancha. El frío del acero es igualmente mortal en la
empuñadura y en la punta. Todo lo que está expuesto al contacto de la fuerza es
susceptible de degradación.” Simone Weil.
Después, busco ese nombre en Wikipedia y leo que a los 19
años ingresa con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de París.
Curioseo por Simone de Beauvoir y luego por Jean Paul Sartre, que resulta ser
hijo de Anne Marie Schweitzer, hermana de Albert Schweitzer, el homenajeado en
el disco “Lambarena”. En la wikipágina de Sartre, me encuentro la foto de la
tumba donde descansa la pareja; una tumba que encontré por casualidad y también
fotografié paseando por el hermoso cementerio de Montparnasse, en el mismo
viaje a París en que realizé la foto que encabeza este blog, tomada desde Notredame.
Es curioso cómo transitamos por las ideas, los personajes, las imágenes, los lugares, las músicas. A menudo van y vienen repitiéndose, como si fueran
elementos de nuestro destino que se resisten a pasar desapercibidos por
nosotros, los escépticos, a ver si de una buena vez les hacemos más caso y conseguimos
abrirnos al poso, testigo, lección o legado que la vida parece empeñarse en
hacernos llegar de alguna forma. Uff. O algo así. O meras casualidades. O limitaciones
de la atención. O vaya usted a saber.
Igual soy una romántica. Qué vergüenza.
M.G.
M.G.