domingo, 7 de julio de 2013

Permanencias.

                               París - Nov/2008.
En el café “La Unión” le confesó su amor a Elena, aquella tarde que a él le pareció  que cualquiera en el local podría haber escuchado el galope del caballo inoportuno que se le había colado en el pecho. Hace ya años de aquello, pero a él le gusta ir allí y recordarla.
También porque los lunes lee el suplemento del periódico del domingo, que le guardan. Los martes porque juega al mus con los dependientes de la ferretería, después de cerrar. Los jueves viene un montón de gente joven a  practicar inglés y le hace gracia mirar y escuchar. Los viernes casi nunca puede ir.  Y los fines de semana, a menudo va con Lola y los niños a merendar, sobre todo en invierno, churros con chocolate.  
Los miércoles también se acuerda de Elena,  pero el local cierra para descanso del personal.

sábado, 27 de abril de 2013

Desastres íntimos.



Sigo haciendo travesuras de niña. A mis 46.
Qué lástima.

Acotando.


                                         Google imágenes.


"Se trata de intentar elevarse, ésta es la palabra, desde el amor más fácil, que también es el más importante, el más fundamental, el más fuerte (eros: primado de la sexualidad), hasta el amor más elevado, más frágil, más incierto quizás: la alegría de dar, primero a sus allegados (philia) y eventualmente al próximo (ágape). Primado de la sexualidad: todos empezamos tomando. Primado del amor: se trata de aprender a dar.

"El niño solo sabe tomar, el adulto es aquel que da", decía Svâmi Prajnâpad. Me gusta mucho esta fórmula, porque permite medir, al menos de manera aproximativa, la parte que permanece en nosotros de infantilismo o de niñería, y la parte de madurez. La parte infantil es la parte que solo sabe tomar o recibir, poseer o guardar. La parte adulta, la parte de la  madurez, es aquella que es capaz de dar. Siempre están las dos, pero de nuevo, partimos desde tan abajo que seguramente podemos elevarnos al menos un poco. Queda  mucho de niño en nosotros; ¡pues entonces no tengamos miedo de crecer un poco! La pareja puede ayudarnos a conseguirlo. Ésa es su grandeza. Ahí reside su nobleza. Y también su dificultad. Los libertinos son personas que no quieren crecer ¡Pobre Don Juan, que sólo sabe desear a aquellas mujeres que no tiene! prisionero de eros: prisionero de sí mismo y de todas las mujeres, de manera absurda, que no tiene, que nunca tendrá. Porque, ¿quién puede poseer a otra persona? Por eso le basta con tomar y con dejar. Se satisface con lo más fácil. La pareja es más difícil, más exigente, y con frecuencia más enriquecedora. Nos enseña aquello a lo que nos obliga: a crecer, a dar, a compartir. "

"Ni el sexo ni la muerte. Tres ensayos sobre el amor y la sexualidad"
(André Comté-Sponville. Paidós, 2012.)

domingo, 14 de abril de 2013

Domingo

            Milagros de lo cotidiano- En casa de mi madre, 16/04/13.

Esta mañana salí a correr y a abrazar el sol. En mi carrera, encontré a un hombre rubio y grande removiendo con un palo el interior de un contenedor de basura. Pasé entre medias de los miembros de una pareja que caminaban distanciados y en silencio. Me cruzé con un minusválido conduciendo un moderno carrito motorizado. Cuando volví a casa, metí una de mis cervezas de importación en el congelador, seleccioné una música apropiada en mi portátil para estirar mis agotados músculos concienzudamente y me relajé. Agradecí a la vida sentirme verdaderamente afortunada.
Esta tarde perseveré hasta convencer a mi madre para salir a dar un paseo por el parque. Íbamos de la mano, my despacito, cuando una joven ciclista pasó a nuestro lado y nos miró.