sábado, 27 de abril de 2013

Acotando.


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"Se trata de intentar elevarse, ésta es la palabra, desde el amor más fácil, que también es el más importante, el más fundamental, el más fuerte (eros: primado de la sexualidad), hasta el amor más elevado, más frágil, más incierto quizás: la alegría de dar, primero a sus allegados (philia) y eventualmente al próximo (ágape). Primado de la sexualidad: todos empezamos tomando. Primado del amor: se trata de aprender a dar.

"El niño solo sabe tomar, el adulto es aquel que da", decía Svâmi Prajnâpad. Me gusta mucho esta fórmula, porque permite medir, al menos de manera aproximativa, la parte que permanece en nosotros de infantilismo o de niñería, y la parte de madurez. La parte infantil es la parte que solo sabe tomar o recibir, poseer o guardar. La parte adulta, la parte de la  madurez, es aquella que es capaz de dar. Siempre están las dos, pero de nuevo, partimos desde tan abajo que seguramente podemos elevarnos al menos un poco. Queda  mucho de niño en nosotros; ¡pues entonces no tengamos miedo de crecer un poco! La pareja puede ayudarnos a conseguirlo. Ésa es su grandeza. Ahí reside su nobleza. Y también su dificultad. Los libertinos son personas que no quieren crecer ¡Pobre Don Juan, que sólo sabe desear a aquellas mujeres que no tiene! prisionero de eros: prisionero de sí mismo y de todas las mujeres, de manera absurda, que no tiene, que nunca tendrá. Porque, ¿quién puede poseer a otra persona? Por eso le basta con tomar y con dejar. Se satisface con lo más fácil. La pareja es más difícil, más exigente, y con frecuencia más enriquecedora. Nos enseña aquello a lo que nos obliga: a crecer, a dar, a compartir. "

"Ni el sexo ni la muerte. Tres ensayos sobre el amor y la sexualidad"
(André Comté-Sponville. Paidós, 2012.)