Me vuelvo zen y no saco conclusiones. Perduro,
mientras el sol de enero ilumina mis manos al teclado.
Mientras escucho el ronquido suave de mi madre,
Y la lavadora centrifuga.
Entre gota y gota de la sangre que mana de la herida.
Tintinean los hielos en el licor que bebo.
Y no sé si se sucede el paso o el camino.
Llega un bendito día en que uno,
ya no se desespera.
mientras el sol de enero ilumina mis manos al teclado.
Mientras escucho el ronquido suave de mi madre,
Y la lavadora centrifuga.
Entre gota y gota de la sangre que mana de la herida.
Tintinean los hielos en el licor que bebo.
Y no sé si se sucede el paso o el camino.
Llega un bendito día en que uno,
ya no se desespera.
M.G.